Cada día son más parejas las que se interesan por ello.
No son pocas las clínicas privadas que ofrecen la posibilidad dar a luz bajo el agua, servicio cuyo precio ronda los 900 y los 1200 euros e incluye la intervención quirúrgica siempre que fuera necesaria.
En cuanto a la sanidad Pública debemos decir que la iniciativa poco a poco comienza a implatarse en algunos hospitales mediante la utilización de bañeras de dilatación que permiten un parto natural y no medicalizado. La Coruña y Pontevedra serían algunas de las comunidades españolas que ya cuentan con el privilegio.
Como en todos los aspectos de la vida, existen discrepancias frente a sus riesgos y ventajas. Hay especialistas que argumentan que sus beneficios no están realmente probados y únicamente lo recomiendan a pacientes cuyo riesgo durante el alumbramiento sea bajo, mientras que otros destacan únicamente sus efectos positivos.
Además de facilitar las posturas instintivas, la temperatura del agua (la misma que la del organismo humano) disminuye la producción de adrenalina, relaja los músculos durante el parto, y favorece a la dilatación, lo que disminuye los dolores y hace que pocas veces sea necesario el uso de medicamentos, anestesias o episotomía que faciliten la salida del bebé.
Por su parte, el bebé hace que su primer contacto con el exterior sea realizado de una forma relajada y acompasada. Todas las sensaciones del mundo exterior le van llegando poco a poco, favoreciéndose la transición del bebé del líquido amniótico al mundo exterior.
Obviando todo debate médico, resulta una auténtica gozada el poder ser testigo de uno de estos nacimientos a través de un vídeo que encontramos navegando por la red.
Espero que lo disfruteis: